Bibliografía: p. [317]-326

La Iglesia siempre ha mostrado una especial consideración y amistad hacia las Bellas Artes, por su importante papel en la expresión, explicación y transmisión de la fe. El Concilio Vaticano II supuso un punto de inflexión en la actualización de su relación con este área de la actividad humana, multisecular aliada de la Iglesia, que constituye una parte muy significativa de sus Bienes Culturales.
La renovación de la alianza entre la Iglesia y el Arte, es la tarea abordada en el volumen que el amable lector tiene en sus manos. Una alianza que, si bien nunca se ha roto del todo, no representa hoy ni una ínfima parte de lo que fue en sus mejores momentos. De ahí la atención al tema.
El autor, siguiendo las líneas de contenido de los documentos de más alto rango de la Iglesia, que sirven de sustento a todo el libro, argumenta y articula la obra. Su posición manifiesta es la del hombre de fe, la del sacerdote que reconoce en el arte actual un valioso privilegiado interlocutor entre la fe y la cultura.
El deseo de la obra es, en fin, el de servir de instrumento de trabajo especialmente para aquellos que, amando la Iglesia y el Arte, desean razones que los aproximen; y ojala que también para aquellos artistas que, desconociendo la genuina actitud de la Iglesia en este particular campo del arte actual, se interesen -desde su quehacer- en lo que comparten con ella: la voluntad de auténtica promoción de la persona humana.