El rostro interior / Olivier Clément ; traducción, Juan Carlos G. Jarama
Por: Clément, Olivier.
Colaborador(es): Jarama, Juan Carlos G.
Tipo de material: LibroSeries Espiritualidad.Editor: Madrid : Narcea, S.A. de Ediciones, [2018]Fecha de copyright: ©2017Descripción: 185 páginas ; 21 cm.Tipo de contenido: Texto Tipo de medio: sin mediación Tipo de portador: VolumenISBN: 978-84-277-2478-5.Títulos uniformes: Le visage intérieur. Español Tema(s): MeditacionesGénero/Forma: MeditacionesTipo de ítem | Ubicación actual | Signatura | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Libros |
Biblioteca de Guadarrama
Biblioteca Agustiniana Fray Luis de León |
4219 (Navegar estantería) | Disponible | GU-G051492 |
Incluye referencias bibliográficas
Introducción.--
El rostro y el icono: El misterio del rostro. El Dios rostro. El icono, rostro transfigurado.--
Silencio y palabra de Dios: Aproximación antinómica o el Dios paradójico. Notas sobre el Espíritu Santo. Algunos caminos hacia el Espíritu: el silencio, la belleza, el eros, la feminidad, el cosmos, la vida. El hombre trinitario.--
San Serafín de Sarov, profeta y testigo de la luz: El estarez: un hombre llevado. El descenso al infierno. El “resucitado”. El mensaje: “la adquisición del Santo Espíritu”, la conversión evangélica, hacia los tiempos nuevos.--
Literatura y fe. Aproximaciones: La búsqueda. El asombro. La diaconía del afuera. La elaboración poética como experiencia espiritual.--
Dostoievski, testigo: Tradición y profecía. “Una negación muy poderosa”. “El Dios de la alegría”.
La revelación bíblica, al afirmar que Dios se ha hecho rostro y que el hombre es imagen de Dios, ha privilegiado el rostro humano.
Sin embargo, hoy, la “muerte de Dios” amenaza esa faz humana despreciada por los totalitarismos y el anonimato de las grandes ciudades. Incluso el arte contemporáneo parece olvidarse de su representación.
De ahí la urgencia de una reflexión sobre el rostro que se abre a la eternidad, a lo inagotable, y que nos conducirá al “rostro de los rostros”, el de Dios hecho hombre, para permitirnos descifrar en él la faz humana y el icono del hombre deificado. Además, todo rostro, por desgastado o destruido que esté, a poco que nosotros lo veamos con la mirada del corazón, se nos revela lejos de la repetición, único e inimitable.
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