La psicología, tan íntimamente unida a la filosofía, se separó de ella por la misma vía de la especialización y autonomía que han seguido otras ciencias. Sin embargo, la psicología como una de las principales ciencias del hombre precisa de una metapsicología, cuyos fundamentos necesariamente han de construirse con la ayuda de la reflexión filosófica. En esta línea, Carlos Díaz hace una crítica de la llamada psicología humanista, para ofrecer a continuación unas bases para la fundamentación de la psicología en una antropología personalista de raíz fenomenológica.
«El complejo y casi tortuoso camino de la fenomenología, surgido en confrontación primero con las psicologías asociacionistas incipientes de la época y después con la psicodinámica freudiana a ella coetánea, aún no ha concluido. La fenomenología continuó su marcha. En las páginas que siguen vamos a encontrarnos con una nueva generación de fenomenólogos heterodoxos hasta el punto de haber remodelado incluso la noción misma de fenomenología...
Semejante forma de encuentro no solamente puede serle útil a una psicofenomenología personalista, sino que debe serle tan útil como necesaria. Es la hora del paso del yo al nosotros en el terreno de la sabiduría existencial dialógica personalista y comunitaria.
Este libro reaviva la llama y desea humildemente contribuir con su latido a vitalizar semejante dirección en el sentido de aquello que hemos venido denominando incansablemente razón cálida. Late, en definitiva, con un latido transdisciplinar y no meramente interdisciplinar, pues busca adentrarse en un terreno que ya no sea por separado el reino de taifas de la filosofía ni el angustiosamente clausurado de la psicología, sino un terreno común entre ambas disciplinas del mismo modo que la persona es un entre existencial con la realidad entera».